Una reflexión en torno al voluntariado

En este apartado, vamos a reflexionar en torno a una realidad que se ha multiplicado a lo largo de los años: el voluntariado. ¿Qué entendemos por voluntariado? ¿Qué ámbitos, principios y valores se reconocen en su práctica? Para dar respuesta a estas y otras preguntas, de la mano de autores, dictámenes y legislación, definiremos el concepto, hablaremos de su reciente expansión y, por último, plantearemos el debate entre el carácter profesional o voluntario de algunos puestos.
¿Qué entendemos por voluntariado?
La concepción del voluntariado surge en España, según Rafael Mendia (1992), con la necesidad de los y las ciudadanas de realizar acciones transformadoras de la sociedad, así como de volver a acercar la dimensión política a aquellos grupos de ciudadanía que poco a poco han ido perdiendo el interés y la iniciativa por realizar labores en su entorno. Estas motivaciones han ido dando pie a corrientes de acción solidarias y voluntarias, ya sea a nivel organizado en organizaciones no gubernamentales o individual (p.4).
En este punto, vamos a delimitar qué podemos entender por voluntariado.
Para el Comité de las Regiones (2008), todo voluntariado debe presentar tres características:
1.- No ser una actividad lucrativa.
2.- Ser realizada por voluntad propia.
3.- Se traduce en un beneficio distinto al propio o al familiar.
Asimismo, se entiende el voluntariado como parte e impulsor de la ciudadanía activa y la democracia, ya que estas personas trabajan, tanto directa como indirectamente para la transformación de la sociedad y la mejora de las condiciones de las comunidades (inclusión social, respeto al medio ambiente, cooperación al desarrollo, respeto a los derechos de las personas, etc.) (p.12).
Por otro lado, Rafael Mendia (1992) pone sobre la mesa una serie de elementos a tener en cuenta y sobre los que debatir en torno al concepto que nos ocupa. Para empezar, entiende el voluntariado como un compromiso “metapolítico”, es decir, como una serie de acciones que, aparte de solucionar situaciones, trabajen por el cambio social que las evite. En segundo lugar, refiere que el objetivo principal de las acciones voluntarias hoy día debe ser el desarrollo de la solidaridad social. También se da importancia al cuidado de los cauces por los que la ciudadanía tiene la oportunidad y debe participar en las decisiones que afectan a su entorno. En cuarto lugar, Mendia pone énfasis en ser conscientes de que el surgimiento de movimientos sociales se da debido al malestar de una parte de la población (por marginación, expresión de problemáticas, etc.) lo cual nos indica que estos movimientos deben ser reconocidos y potenciados mediante diferentes formas de solidaridad para el cambio social. 
A continuación, el autor se refiere a la red primaria de solidaridad, destacando su papel de colchón para las situaciones desagradables de las personas, las cuales también se atienden desde los movimientos asociativos mediante el voluntariado. En sexto lugar, se pone de de manifiesto la existencia de organizaciones voluntarias que desempeñan actividades sociales en régimen de donación como asociaciones de afectados o movimientos ciudadanos. Asimismo, se puede entender el voluntariado como una realidad intergeneracional que posibilita el encuentro e intercambio de diferentes generaciones, con la transmisión de conocimiento, información, valores, etc. que ello supone. En octavo lugar, se reconoce la necesidad de las personas voluntarias de formarse para garantizar acciones coherentes y de calidad a pesar de no ser profesionales. Por último lugar, Mendia se refiere a la existencia de una necesidad creciente de distinción entre el voluntariado y el profesionalismo, del que más tarde hablaremos (pp. 5-8).
Una vez definido el voluntariado y reconocidas una serie de cuestiones a tener en cuenta sobre el mismo, nos preguntamos ¿en qué ámbitos podemos situarlo y qué principios le corresponden? Según la legislación vigente, a la que más tarde nos referiremos, estos serían los lugares de actuación y principios reconocidos, acordes a los señalados por otros dictámenes y estudios a nivel europeo como el anteriormente mencionado.
Tabla 1. Ámbitos según la entidad que lo acoge y según el tipo de voluntariado.
Según tipo de voluntariadoSegún entidad en la que se desarrolla
Voluntariado socialAsociaciones
Voluntariado internacionalOrganizaciones No Gubernamentales
Voluntariado ambientalEmpresas
Voluntariado culturalUniversidades
Voluntariado deportivoAdministración pública
Voluntariado educativo
Voluntariado socio-sanitario
Voluntariado de ocio y tiempo libre
Voluntariado comunitario
Voluntariado de protección civil
Fuente: elaboración propia a partir de la Ley 45/2015, de 14 de octubre, de Voluntariado.
Tabla 2. Principios y valores de la acción voluntaria.
PrincipiosValores
La libertad como opción personalLos que inspiran la convivencia
La participación como principio democráticoLos que promuevan la defensa del bien común
La solidaridad con conciencia globalLos que contribuyan a la equidad, la justicia y la cohesión social
La complementariedad respecto a actuaciones de las Administraciones PúblicasLos que fundamenten el despliegue solidario y participativo de las capacidades
La autonomía e independencia
La gratuidad del servicio que presta
La eficiencia
La igualdad de oportunidades de mujeres
La no discriminación
La accesibilidad de las personas con discapacidad
Fuente: elaboración propia a partir de la Ley 45/2015, de 14 de octubre, de Voluntariado.
Nuevas realidades
Una vez acordado qué se entiende por voluntariado y cuáles son sus principales características, es necesario señalar el gran cambio de realidad que ha sufrido a la par que se transformaba también su contexto. Es decir, la realidad de este fenómeno está íntimamente ligada a los acontecimientos sociales que se dan en las comunidades. Como señalábamos anteriormente, los movimientos sociales surgen cuando un grupo de personas deciden organizarse para combatir una realidad que, por uno u otro motivo, les es adversa. 
Precisamente, por ser reconocido este contexto cambiante en el que han ido surgiendo diferentes realidades en torno al voluntariado, recientemente se aprobó la Ley 45/2015, de 14 de octubre, de Voluntariado, en la que se pretende crear un nuevo marco legal en el que todo tipo de organizaciones que necesitan del voluntariado se sientan arropadas, sin importar la motivación y alcance de su compromiso (p.95764). Esto último resulta importante, ya que se pone de manifiesto que existe una gran cantidad de realidades voluntarias para los cuales el grado de motivación y compromiso varía, sin ser este el motivo para una mejor o peor consideración, por lo menos en vista a la legislación.
Por otro lado, lo más destacable de la nueva Ley de Voluntariado es que incorpora un apartado en el que plantea una serie de medidas en aras a favorecer el reconocimiento de la acción voluntaria mediante subvenciones, convenios, reducciones laborables para que los y las trabajadoras puedan dedicarse a labores de voluntariado, etc. Asimismo, se visibiliza el papel de las empresas y de las universidades ante este fenómeno como posibles ámbitos en los que se puedan darse acciones de carácter voluntario, siempre y cuando éstas sean de interés general.
El voluntariado con respecto a los espacios remunerados
López Noguero (2002) plantea de forma muy acertada la disociación entre animadores socioculturales profesionales y de carácter voluntario en base a las consideraciones de diferentes autores y autoras. Termina concluyendo que la coexistencia de ambas realidades es posible, siempre y cuando se establezcan de forma clara las competencias de cada realidad. Esto mismo es aplicable, según nuestro parecer, a profesionales y personas voluntarias en los diferentes ámbitos. 
Sin embargo, según nuestra experiencia, no siempre se realiza esta diferenciación de competencias de forma clara, lo cual puede dar lugar a tensiones y malestares dentro de las entidades. Por un lado, debido a la posible sensación de las personas profesionales de que las voluntarias se inmiscuyen en sus funciones y, por otro lado, y lo que consideramos más habitual, la sensación de “vale para todo” de personas voluntarias que consideran que las funciones que adoptan deberían ser llevadas a cabo por profesionales cualificados.
En este punto, entidades sociales tienden a hacer uso de personas cualificadas a modo de voluntariado. Sin embargo, también consideramos que es importante para el crecimiento de las personas realizar acciones de voluntariado en las que se puedan hacer uso de todas las experiencias y conocimientos de los que somos portadoras y portadoras.
Por ello, nos gustaría dejar una cuestión al aire para que entre todos y todas sea contestada:
¿Dónde está el límite entre voluntariado y profesionalización? ¿No pueden ser los voluntarios y voluntarias profesionales o este hecho afectaría al resto de personas voluntarias?


Bibliografía
  • Dictamen 2008/C105/03, de 25 de abril, de la contribución del voluntariado a la cohesión económica y social. Diario Oficial de la Unión Europea, de 25 de abril de 2008, pp.11-15.
  • Mendia, Rafael (1992). El voluntariado: un compromiso de transformación social. Monitor-Educador, Nº43, 4-12.
  • Ley 45/2015, de 14 de octubre, de Voluntariado. BOE Nº247, de 15 de octubre, pp.95764-95784.
  • Lopez Nogero, Fernando (2002). El perfil del animador profesional y voluntario. Análisis de contenido. Pedagogía Social. Revista Interuniversitaria, Nº9, 161-172.

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